Para comprender en toda su dimensión la década de los setenta es importante recordar lo sucedido en la década del sesenta en la cual los jóvenes adquirieron un protagonismo fundamental.
En primer lugar, el crecimiento económico y los avances científicos y tecnológicos permitieron que, al mejorar las condiciones de vida de muchos sectores, se ampliara la educación secundaria y universitaria. Hubo un gran desarrollo de los medios de comunicación que permitieron conocer rápidamente los que ocurría en todas partes del mundo. Si bien era un mundo optimista, también era conflictivo.
Según Eric Hobsbawm, “Los jóvenes, en tanto que grupo con conciencia propia que va de la pubertad hasta mediados de los veinte años, se convirtieron ahora en un grupo social independiente. Los acontecimientos más espectaculares, sobre todo de los años sesenta y setenta, fueron las movilizaciones de sectores generacionales que, en países menos politizados, enriquecían a la industria discográfica. [...] La radicalización política de los años sesenta [...] perteneció a los jóvenes, que rechazaron la condición de niños o incluso de adolescentes (es decir personas todavía no adultas) al tiempo que negaban el carácter plenamente humano de toda generación que tuviese más de treinta años, con la salvedad de alguno que otro gurú."
Había una gran efervescencia juvenil que se extendió a los setenta, y en la que se cuestionaba el orden capitalista y la ideología del consumo, el colonialismo, la discriminación de las minorías raciales, las relaciones patriarcales en la familia, etc. La guerra de Vietnam, la Guerra Fría y la revolución de Cuba fueron contextos históricos internacionales que generaron gran participación, ya sea de rechazo como de adhesión. En cada país variaron las expresiones de la juventud pero, en todos los casos, hubo gran poder de convocatoria. Surgieron los hippies y los jóvenes elaboraron una cultura propia, que se manifestaba en el rock, el pelo largo en los varones, los jeans y en mayor, o menor medida, fue adoptada por su totalidad.
En cuanto a los valores, predominaba el compañerismo, la amistad, el sentido de justicia, el compromiso social, el rechazo a la mentira y a la incertidumbre del futuro. Sentían un gran anhelo de paz y libertad, y la política era vista como el mejor camino para lograrlas aun cuando, en algunos casos, consideraban la violencia como un medio válido.
En Argentina, se fue creando una corriente crítica de la tradición liberal y los intelectuales sostenían que había que buscar las raíces e identidad en la cultura latinoamericana. Se formó así una corriente de pensamiento llamada de “izquierda nacional” y en ella militaron intelectuales que buscaban un ideal revolucionario nacional y popular. Se hizo una revisión de la historia y se rescató la figura de Eva Perón quien se convirtió en un mito revolucionario y se la asoció combativamente con el líder guerrillero Ernesto Che Guevara.
La política se radicalizó en los setenta y esta ideología favoreció la aceptación de la violencia como camino válido para lograr un orden social justo. Se politizaron los estudiantes secundarios y crecieron las agrupaciones políticas estudiantiles (UES vinculada a Montoneros), FJC (vinculada al Partido Comunista), JRR (Juventud Radical), etc. y que tuvieron gran importancia a partir de la asunción de Héctor Cámpora en mayo de 1973. Muchos grupos estudiantiles prestaron asistencia social en las villas miseria, demostrando así su compromiso social. Además, participaban en los actos masivos que convocaban los partidos políticos.
La música de rock constituyó un factor de identificación, en especial en los estudiantes secundarios. En marzo de 1973 se realizó un concierto de rock para celebrar el triunfo electoral del FREJULI, llamado el “Festival de la Victoria” y al que asistieron aproximadamente 20.000 jóvenes y en el cual la música se mezclaba con la marcha peronista y las consignas de los montoneros. Es cierto que muchos jóvenes se mantenían al margen de la política, pero aún así, todos compartían el deseo de cambio y de una sociedad mejor y más justa.
En las universidades se vivía un clima de debate y movilización, especialmente en las facultades de carreras humanísticas, y se debatía la función que debía cumplir una universidad “nacional y popular”. En las elecciones de los centros estudiantiles triunfó la JUP (Juventud Universitaria Peronista) y, según Jorge Taiana, el gobierno peronista consideraba que “no hay revolución tecnológica, ni económica, ni social, si no hay revolución cultural”. Las autoridades y agrupaciones estudiantiles peronistas entendían que las universidades, antes dominadas por pensamientos liberales, ahora debían estar al servicio de la causa nacional y popular.
martes, 24 de noviembre de 2009
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